Pensemos que el oro es un bien que se compra y se vende en un mercado, y como tal, se ajusta a su ley primordial: la de la oferta y la demanda. De este modo, lo ideal es comprar el metal cuando abunda en el mercado y venderlo cuando crece la demanda lo que nos interesa que pase, sobre todo en los mercados asiáticos, por el volumen que llega a alcanzar, o durante, por ejemplo, una huelga en la minería.
Pero no debemos olvidar que el oro es un bien de una naturaleza un tanto especial, de modo que deben tenerse en cuenta otros factores que influyen en su precio. Tal es el caso de las políticas de los bancos centrales con respecto a los metales preciosos, la situación social en un momento dado, el estado de la economía y el valor del dólar estadounidense.
Un valor a la contra de los mercados
Vamos por partes: las tasas de interés alto provocarán que los ahorradores inviertan en divisas; mientras tanto, si los intereses son bajos, el precio del oro subirá, pues va a ser una inversión más rentable, además de un seguro contra la inflación.
En cuanto a la situación social, las guerras y la incertidumbre política o económica hacen que el precio del oro se dispare, pues, como ya hemos remarcado muchas veces, se trata de un activo refugio al que apenas afectan los vaivenes de la moneda.
Influyen múltiples factores
Hablábamos también del estado de la economía: el valor del oro se mueve siempre a la contra que el de las acciones, por lo que tiene un aspecto de seguridad como inversión y, por lo tanto, por el incremento en el número el inversores interesados.
Finalmente, contábamos el valor del dólar estadounidense como un factor que influye en el precio del oro. Esto se debe a que la divisa norteamericana se está convirtiendo -lo es, de hecho- en la moneda de uso universal. De este modo, si el dólar cae, el oro asciende.